2014-05-28 A mi padre (22/11/1913 – 28/05/2014)

Aunque esta página está dedicada a todo lo que se refiere a la montaña, yo no podía pasar por alto dedicar una entrada a la figura de mi padre. Un ser que en esencia amaba la aventura.

 

Lo cierto es que resulta complicado hacer un breve recorrido por la extensa vida de este hombre.

Resumir e intentar destacar aspectos, vivencias y recuerdos… no es nada fácil.

Y no es por no tener de dónde elegir; cien años dan mucho de sí.

Cien años. Cien años. Cien años, seis meses y seis días, para ser más exactos.

En aquellos lejanos tiempos, en un pequeño pueblo de León, frontera con Asturias y al pie de los Picos de Europa, en una humilde familia numerosa, nació el hombre que nos ocupa.

Sus padres no se complicaron mucho. Nació el día 22 de noviembre, el día de Santa Cecilia, y le pusieron el nombre del santo. Cecilio.

Las ganas de conocer mundo, tal vez empujado por sus hermanos mayores, tal vez por las necesidades de los tiempos que corrían, le llevaron a dejar su Cistierna natal para aventurarse, a través del ejército, a recorrer lugares y países que sólo existían en los mapas de la escuela.

Hay que pensar que vivió de manera directa la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial.

Estuvo en Rusia. Contaba durísimas anécdotas de su periplo por las tierras de aquella antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Historias que dejaban con la boca abierta a todos los que las escuchábamos. Incluso nos podía enseñar físicamente las huellas de aquella lucha con el frío más intenso; su pierna retorcida y seriamente dañada por los efectos de la congelación.

Después, y como una gran vuelta de tuerca, cambió las estepas y las gélidas temperaturas por el calor más sofocante y el desierto por excelencia; estuvo en los últimos tiempos del antiguo Sahara Español.

Algunas veces yo he llegado a preguntarle sobre estas dos etapas y él siempre ha contestado que el ejercito le sirvió para tener una profesión en un futuro pero, sobre todo, sobre todo, para vivir aventuras. Era algo que resaltaba sobre manera. Incluso llegó a decir que le quedaba pendiente hacer un safari en África.

Con lo aprendido en la milicia estuvo trabajando duro como mecánico de vehículos durante muchos, muchos años… Años en los que el destino le tenía preparadas nuevas experiencias, nuevas aventuras… Conoció a María Dolores, contrajo matrimonio, tuvo dos hijos, Mariló y Pedro… y, en plena mitad del siglo XX, vivió esta etapa familiar con la austeridad y rectitud que marcaba su carácter castellano y la postguerra de nuestro país.

Enviudó y, mientras sus dos hijos iban creciendo, se refugió en su trabajo.

Al cabo del tiempo conoció a Isabel, otra viuda con dos hijos, Paco y Rafa, con la que volvió a casarse e inicio una nueva etapa.

Al año nació Sergio, hijo de este segundo matrimonio.

Aquí, Cecilio, ya en plena madurez, tuvo que lidiar con los dos hijos de Isabel y este niño que, al principio, tenía un carácter algo complicado.

En este punto, en el que yo ya estoy en esta historia de lleno, Cecilio pasa de ser Cecilio a ser mi padre. Y a convertirse en una pieza fundamental.

El tiempo pasa y nuestras vidas van cambiando, formamos familias, tenemos hijos, incluso nietos… y esa sobriedad y severidad castellana de mi padre se va suavizando con el paso de los años.

La muerte de su hijo Pedro supone un mazazo difícil de superar y será una herida que él llevará hasta el final de sus días.

Hasta estos últimos meses, mi padre ha demostrado ser un hombre con una salud de hierro. Jamás estuvo hospitalizado. Nunca tuvo que tomar medicamentos y su cabeza se ha mantenido despierta en todo momento.

Aferrado a la vida con uñas y dientes. Siempre.

Pero es la vida la que, finalmente, y siguiendo su lógico curso, se ha despedido de él.

Aquí quedamos su viuda, sus hijos, sus nietos, sus biznietos, algunos amigos y conocidos que, en este momento, dedicamos unos minutos de silencio… para honrar la memoria de Cecilio… que para mi ha sido un gran padre y el hombre que hizo de su vida la más grande de las aventuras.

Ahora, y para cerrar este círculo, sus cenizas volverán a su pueblo de León, a esa montañas de los Picos de Europa… y su recuerdo siempre estará en nuestros corazones.