Monumento Natural Monte Arabí.
Me he levantado muy temprano, ha amanecido con una niebla, una humedad y un frío de cojones (4º). He desayunado en la finca rural, eso sí… desayuno europeo!!! E inmediatamente me he despedido de los anfitriones y he salido de allí como alma que lleva el diablo. 😉
Hoy el día lo voy a dedicar, con calma, sin prisa alguna, a visitar el Monumento Natural Monte Arabí.
Este paraje se encuentra a unos a unos 20 kilómetros de Yecla, ya casi haciendo frontera con la comunidad de Castilla-La Mancha.
El camino se hace cómodo, la carretera, aunque con mucha niebla, apenas si tiene tráfico y a eso de las 9:00 ya me encontraba aparcando el auto cerca de la Casa del Guarda.
No es la primera vez que visito este enclave y nunca encontré al guarda, es más siempre había pensado que era algo ‘imaginario’ pero… esta vez sí había una persona guardando el lugar…
Comienzo a caminar y, antes de llegar al edificio, tomo un desvío que conduce a la Cueva del Tesoro.
Sigo el sendero, hacia el oeste, con el fin de continuar subiendo la sierra y llegar a la cumbre, al vértice geodésico. Hay, en el trayecto, un cartel de prohibido que otras veces he obviado pero en esta ocasión el guarda, que parece que estaba al acecho, viene y me dice que no se puede acceder por cuestiones de temporada de apareamiento de las aves del entorno.
Yecla me está dejando muy desanimado, no se puede acceder al yacimiento árabe, no se puede visitar el vértice del cerro del castillo, tengo un alojamiento horroroso y ahora está prohibido subir el monte… Muy decepcionante!!!
Bueno, tengo que cambiar el plan y realizar la caminata por los lugares que están abiertos al público.
Vuelvo hasta la Casa del Guarda, acompañado por él, me cuenta que hay un grupo de yeclanos que están por los alrededores de la Cueva Horadada haciendo un reportaje.
Yo me dirijo también hacia allí, paso por la ladera sur del cerro Arabilejo, donde, en su parte más alta se encuentran los restos de un yacimiento de la Edad del Bronce.
En el camino, a mano derecha, me paro a observar una importante zona de petroglifos y cazoletas.
Continúo hacia el noreste/norte y hago un desvío, por la izquierda, para acceder a una ladera con multitud de formaciones rocosas, entre ellas la famosa Roca Corazón.
Sigo, hacia el norte, y me encuentro ante un mirador de la llanura yeclana con las sierras de Lacera, la de Oliva, la del Cuchillo, la Magdalena, etc… en el horizonte; un horizonte aún algo neblinoso.
Una pasarela metálica me lleva, en descenso, hasta el espacio vallado de los Cantos de la Visera y al camino de la Cueva Horadada.
Los Cantos de la Visera son dos abrigos con pinturas rupestres ubicados en el nordeste de la Región de Murcia. Descubiertos en 1912, ambos abrigos, separados por una quincena de metros, se encuentran en unos peñascos caídos del farallón oriental del monte Arabí.
Las pinturas son de estilo naturalista del arte levantino, 7.000 años antes del presente. El sitio es Patrimonio de la Humanidad desde el año 1998 bajo la denominación Arte rupestre del arco mediterráneo de la península ibérica.
El abrigo de Cantos de la Visera I representa 40 figuras de fauna: ciervos, équidos, cápridos y bóvidos. El color empleado con más frecuencia es el tono rojizo.
El abrigo de Cantos de la Visera II muestra unas sesenta figuras entre las que predominan el ser humano así como bóvidos y ciervos. Además, en el centro del panel aparecen figuras del más reciente estilo esquemático parcialmente superpuestas con algunas figuras del estilo anterior; entre otras una grulla en danza, ciervos, antropomorfos así como líneas serpentiformes y puntiformes en forma de red. El color utilizado es el tono rojizo.
La Cueva de la Horadada es una enorme oquedad producida por el efecto erosivo del agua durante el transcurso del tiempo. Recibe su nombre por el gran hueco que encontramos en su parte superior.
Allí encuentro al grupo de yeclanos que están haciendo un vídeo navideño para publicitar su bodega. Gente, casi con toda seguridad, personal directivo de esa empresa.
Un rato charlando con ellos y… dejo este enclave para regresar, por el mismo camino que la ida, hasta el lugar donde se encuentra el auto.
Una vez llego, como alguna cosa que había comprado en Mercadona en día anterior, sentado cómodamente en un banco cercano al parking y… ahora ya sí, regreso a Alicante.