Bueno, después de estos dos últimos (y tan diferentes) viajes vuelvo a la cruda realidad.
El entorno habitual; las montañas de mi tierra.
En esta ocasión ha sido un encuentro con esta cotidiana realidad vertical.
Pablo, Iván, Yuma y yo nos hemos dirigido a las paredes ya conocidas del Reconco, en las proximidades de la población de Onil.
Un día muy luminoso y caluroso, más propio de finales de agosto que de mediados de octubre; el tiempo está loco (o lo estamos volviendo loco nosotros)
Una vez superada la tan popular cuesta tocahuevos, llegamos a las paredes propiamente dichas y comenzamos a ajustarnos los arneses y los gatos para iniciar unos cuantos ascensos.
Yo me he limitado a asegurar, algo que he hecho en todas las ocasiones (también cansa esta acción, aunque menos que afrontar las paredes).
Se han elegido dos niveles y Pablo e Iván han hecho unas tres subidas cada uno.
Con tranquilidad ha ido avanzando la mañana hasta llegar a eso de las 14:00 horas en las que hemos comenzado la recogida de material.
El sol a esas horas picaba de lo lindo y se hacía bastante insoportable permanecer mucho más en las vías.
Comenzamos la bajada y llegamos al auto.
Regreso a la ciudad.
Valoración: 2**
Recomendable: Sí. Ha sido una toma de contacto con nuestras montañas después de los dos viajes internacionales realizados.