Sábado, 07 de junio de 2014
Después de una semana completa sin salida a la montaña (bueno, hubo un amago el miércoles pasado, con ‘pájara’ incluida y retirada con el rabo entre las piernas). Una semana bastante complicada, de esas que no te apetece recordar, la verdad.
Pues, lo dicho, después de esto, hoy sábado, por fin, hemos dirigido nuestros cuerpos y nuestra energía a una zona de la provincia de Valencia en la que estuvimos en julio del año pasado; y nos encantó.
Pablo, Iván, Yuma y yo hemos tomado la autovía que pasa, entre otras poblaciones, por Castalla, Alcoy, Cocentaina, Albaida, Aielo de Malferit, l’Ollería y Canals, para dividirse en dos, la que va hasta Valencia y la que te lleva hasta Albacete.
En esta segunda dirección, y en la primera salida que hay, tomamos el camino que acerca al punto de inicio de esta ruta.
Pasamos antes por Anna, Chella, Bolbaite, Navarrés y Quesa. Aquí paramos a comprar algo de pan, embutido y bebidas para hacer a media mañana un ‘brunch’. Por los pelos nos libramos de una multa por estar mal aparcados, uffff.
Salimos de Quesa y nos dirigimos a la entrada de Bicorp, el siguiente pueblo. A muy pocos kilómetros de éste, ya se puede ver el desvío que indica ‘La Cueva de la Araña’. Hacia allá que nos vamos, ahora por carreteras y pistas en bastante mal estado.
Unos kilómetros después llegamos al punto de inicio de este sendero, muy cerca del lecho del río Cazuma, en esta ocasión algo más seco que la última vez que lo visitamos. Naturalmente, tiene una explicación muy lógica; ha sido uno de los inviernos más secos en muchísimos años.
Caminamos por el río, observamos algunas pozas medio vacías, ascendemos en dirección al Azud de los Moros. A esta altura, hay más agua en las pozas y el camino se divide. Nosotros tomamos la subida por pista a la Cueva de la Araña. En este punto el calor es insoportable y el nivel de humedad es tan alto que la sensación térmica se multiplica.
Llegamos, por fin, a estas cuevas. Tres abrigos en la roca conocidos porque en ellos se encuentran pinturas rupestres representando una cacería de cabras y una escena de un hombre, el hombre de Bicorp subiendo por lianas para obtener miel de abejas silvestres. Las cuevas fueron descubiertas a inicios del siglo XX por un profesor local.
Absolutamente preciosas!!!
Dejamos estas maravillas, seguimos en la pista y el sendero que desciende por el otro lado de la sierra hasta, de nuevo, el río Cazuma. A estas alturas las piscinas naturales están muy llenas.
La pista sube hasta llegar a la Gola de Lucino, una garganta, o cañón, estrecha y serpenteante que nos deja perplejos por su tremenda belleza.
Hacemos una pequeña parada en el fresco refugio de este pasillo natural, un poco de agua y las típicas fotografías haciendo el tonto; esto es algo inevitable.
Dejamos el cañón y volvemos hacia las pozas del río.
En la primera que nos encontramos hacemos una gran parada para preparar unos bocatas, comer, beber y dormitar algo de siesta a la sombra de los árboles.
Sin ninguna prisa iniciamos el regreso, parando lo necesario para el disfrute en cada poza que nos encontramos.
Llegamos al auto, una parada en uno de los pueblos del camino para tomar un café y… vuelta a Alicante.
Valoración: 4****
Recomendable: Por supuesto. Es una ruta de unos 10 kilómetros (siempre ampliables ya que la zona se presta a hacer multitud de variantes) llena de elementos tremendamente llamativos e interesantes (cuevas, pozas, desfiladeros, etc…)