Para este primer día de diciembre la ruta seleccionada es una novedad para todo el grupo, compuesto en esta ocasión por Óscar, Pedro, Reme, Paco, Jesús y yo.
Nos hemos dirigido a las afueras de la población de Banyeres de Mariola, concretamente al paraje del Molino de la Umbría; aquí da comienzo nuestra caminata por la ruta de los Molinos y el camino de los Miradores.
Desde el parking del área recreativa tomamos dirección noreste, ascendiendo suavemente el río Vinalopó por su margen derecho, para visitar, por senda (PR-CV 313), un antiguo horno de cal y, más adelante, un balsa que recoge las aguas de la Acequia del Reg.
En todo momento el protagonista es el Vinalopó, con sus saltos y sus rincones de abundante vegetación.
Estas aguas canalizadas van a parar al Vinalopó en el lugar donde hay un azud y un salto de agua.
Deshacemos nuestros pasos unos cientos de metros, pasamos un tosco puente y recorremos el área recreativa, ahora por el margen izquierdo, donde podemos contemplar las zonas de acampada y sus instalaciones para el picnic.
Un lugar cercano a Banyeres, en plena naturaleza, que merece la pena visitar, ya sea verano o invierno; realmente hermoso.
Después de todo este recorrido, comenzamos ahora, y tomando una senda junto al área recreativa, una pequeña caminata en ascenso, en dirección sur/suroeste, que nos llevará por el llamado ‘Camí de los miradores’.
Antes de llegar a una de las primeras atalayas, nos encontramos con una hermosa cueva.
Seguimos subiendo por pista (PR-CV 4) hasta llegar a un cruce de sendas.
En este punto, erróneamente, tomamos el ramal derecho, con lo que reducimos nuestra caminata en algo más de dos kilómetros.
Tendríamos que haber cogido el ramal derecho y haber llegado hasta otro mirador y la Font de la Mata pero nuestro despiste nos hace llegar mucho antes a la Font del Teularet de Roc (que también estaba en nuestros planes).
La senda nos conduce, en suave descenso, hasta una gran balsa, cercana a fincas de cultivo, y continuando la bajada llegamos hasta la Font y el Molí de l’Umbría.
Acompañamos al río por su margen izquierdo, una estrecha senda que nos muestra pozas y saltos de agua rodeados de abundante vegetación, para el regocijo de más de un senderista.
Rincones de una belleza sublime.
Llegamos al final del área recreativa, pasamos al otro lado del camino asfaltado (el que conduce hasta la peña ‘La Blasca’) y comenzamos el último tramo de la ruta de los Molinos.
Siempre, en todo momento, el Vinalopó es el máximo protagonista.
La primera de las construcciones que nos encontramos es la del Molí Sol, con su elevada chimenea y su enorme balsa de aguas cristalinas.
Continuamos nuestra senda para llegar al Molí Pont, otra descomunal edificación con su gran chimenea, que da muestra de la importancia que tuvo la industria del papel en estos parajes.
Por debajo del puente llegamos al tercer molino, este algo más pequeño, aunque igual de importante; el Molí l’Espenta.
Comienza ahora el regreso al parking, desandamos nuestro camino, volvemos a pasar por estos tres molinos, por sus maravillosas arboledas y la gran balsa. Todo ello acompañados por el sonido del viento agitando las ramas y la música de las aguas correteando.
Llegamos hasta el aparcamiento del Molí de l’Umbría y a los autos.
Regresamos a casa.
Valoración: 3***
Recomendable: Totalmente. Han sido casi 8 kilómetros, con un desnivel que no ha superado los 150 metros, en una caminata llena de puntos de interés, una jornada espléndida, aunque nublada, y una compañía de lujo.