Para este segundo martes de junio, el grupo, formado por Pedro, Jesús, Raúl, Reme y yo, ha decidido hacer una caminata por los alrededores del Embalse de Tibi.
Ante el riesgo de tormentas, más o menos intensas, hemos elegido una pequeña ruta, cercana y, aparentemente, nada complicada recorriendo el entorno del pantano.
Hemos dejado el coche en el parking que hay en la carretera de acceso al embalse, justo antes de la valla de entrada.
Aquí, en lugar de seguir por el asfalto para iniciar el recorrido, hemos tomado una senda que, rodeando, por la cara norte, el monte llamado ‘La Cresta’, nos lleva, con alguna dificultad y trepada, hasta las ruinas de la Caseta del Pantanero.
Al llegar a la Caseta del Pantanero ya nos encontramos en la parte alta de la presa y, desde este punto, se puede observar la magnitud de esta obra de ingeniería.
Después de un buen rato admirando las panorámicas tomamos el camino de descenso a la base de la presa.
El embalse.
Se encuentra situado sobre el río Monnegre, en el término municipal de Tibi. En su época (siglo XVI) fue la presa más importante de Europa y de todo el mundo conocido por su altura de más de cuarenta metros, que no se superó hasta la construcción de las grandes presas del periodo ilustrado. Sus obras comenzaron en 1580 dirigidas por Juan Bautista Antonelli y su sobrino Cristóbal de Roda Antonelli por mandato del rey Felipe II en el cauce del río Monnegre. Es el segundo más antiguo en funcionamiento después del embalse de Almansa (Albacete).
En el descenso encontramos un par de hornos de cal y los puentes que cruzan el cauce del río.
Uno de ellos, con una columna y una inscripción que alude al rey Carlo IV.
Cruzamos el segundo puente y llegamos a la Ermita Divina Pastora.
La senda continúa hasta la misma base de la presa pero el acceso está prohibido, así que… hasta aquí llega nuestra caminata.
Deshacemos lo caminado, llegamos a la carretera que nos lleva hasta la barrera de entrada y al coche.
Ahora ya, cada mochuelo a su olivo.
Valoración: 3***
Recomendable: Siempre, aunque haya sido una ruta muy corta. Han sido cerca de los 5 kilómetros, con un desnivel de unos 200 metros (aprox.), una primera parte con cierta dificultad, el resto muchísima menos, hechos sin prisa, en un día plomizo y una compañía dorada.