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Mérida


El acueducto de los Milagros es una construcción de ingeniería civil para el transporte de agua para abastecer a la ciudad romana de Emérita Augusta, actual ciudad de Mérida. Emérita Augusta fue la capital de la provincia Lusitania en el Imperio Romano en el siglo I, perdurando su uso durante varios siglos. 


Este puente fue construido en la misma época que el otro puente romano de la ciudad, el que cruza el río Guadiana, a finales del siglo I a. C., durante el reinado del emperador Augusto. Marcaba la salida de la ciudad por el norte, por donde es necesario cruzar el río Albarregas, y se encontraba en la prolongación del cardo maximus de la ciudad romana, una de sus dos calles principales. Aquí se iniciaba la importante calzada ab Emerita Asturicam, llamada Vía de la Plata, que se prolongaba hasta Astorga, así como otra vía que en dirección oeste comunicaba con Olissipo, actual Lisboa. Transcurre en paralelo al cercano Acueducto de los Milagros.


El acueducto romano de San Lázaro es una construcción de ingeniería civil para el transporte de agua está situado en Mérida y fue construido en el siglo I. Tiene una longitud de casi 1000 metros. Es una de las tres conducciones que surtían de agua a Emérita Augusta, que así se llamaba Mérida en la época romana y salvaba la depresión del río Albarregas.

A Mérida llegaban cuatro acueductos: el acueducto Rabo de Buey-San Lázaro, el acueducto de los Milagros, el acueducto de Cornalvo y un cuarto de reciente descubrimiento, que abastecían a los Castellum Aquae o depósitos de agua. Las aguas eran recogidas fundamentalmente de dos embalses, el de Proserpina y el de Cornalvo,​ aunque esta teoría esta en entredicho ya que los romanos solían captar agua de manantiales y no de agua embalsada o estancada, puesto que esta última era propensa a la aparición de enfermedades.


Según los investigadores, fue el primer templo cristiano erigido en Hispania tras la Paz del Emperador Constantino; esta iglesia fue por tanto edificada como basílica martirial en memoria de Eulalia de Mérida; por ello se convirtió, durante los albores de la Edad Media, en lugar de peregrinaciones que llegaban desde el Occidente Europeo y desde el Norte de África; al mismo tiempo la noticia del martirio de su titular se divulgó por todo el imperio romano y con sus reliquias se erigieron numerosas iglesias especialmente en la Europa occidental.

Construida extramuros de la ciudad antigua, es una bella construcción levantada originalmente en el siglo IV, sobre el túmulo funerario de Santa Eulalia y en las inmediaciones del lugar donde, según la tradición, fue inmolada la niña mártir.

El templo actual se levantó en el siglo XIII, sobre la misma planta de la basílica original y reaprovechando algunos materiales, tras la conquista de Mérida por Alfonso IX.

Es la única construcción plenamente medieval que se encuentra en la capital extremeña.


El circo romano de Mérida es un antiguo recinto para carreras de carros que construyeron los romanos en la colonia de Augusta Emérita  a principios del siglo I d. C., pocas décadas después de la fundación de la ciudad. Erigido extramuros de la ciudad y con una planta ovalada de unos 440 m de longitud por 115 m de ancho, este circo fue uno de los más importantes de todo el Imperio Romano después el Circo Máximo de Roma. 


Se trata del albergue municipal de peregrinos de Mérida es un recinto público exclusivo para peregrinos del Camino de Santiago por la Vía de la Plata con credencial, situado a la entrada de esta ciudad extremeña.

No existe señalización que nos conduzca al albergue municipal de Mérida; está ubicado en un antiguo molino rehabilitado, situado entre el Paseo de Lusitania y el río Guadiana.


El puente Lusitania es una obra civil diseñada por el arquitecto Santiago Calatrava.​ Fue inaugurado en 1991 y cuenta con 480 metros de longitud salvando el río Guadiana a su paso por Mérida. 


Una parcela de 12.000 m2 que, hasta principios de la década de los años noventa del siglo pasado, ocupara el barrio humilde de Morerías, es hoy uno de los yacimientos arqueológicos urbanos más grandes de la península, al menos hasta la apertura al público de los restos hallados en la parcela del Cuartel de Artillería.

En Morería se conserva el tramo de muralla romana más extenso de los sacados a la luz, mostrándonos no sólo su fábrica original (cuya anchura conservada es de casi tres metros y la altura pudo llegar a ser de ocho metros) y los refuerzos que ya en momentos tardíos del Imperio se le adosaron, sino también puertas, portillos y pasos de ronda. Igualmente la muralla, en su recorrido por esta zona, aporta testimonios de la solución radical que el Califato adoptó para acabar con las revueltas de los emeritenses: la destrucción hasta los cimientos de alguno de sus tramos.

Pero lo que nos ofrece Morería es una clara visión de la evolución del urbanismo emeritense desde el siglo I hasta época visigoda.


El conocido como Arco de Trajano de Mérida es en realidad una puerta de acceso con arco monumental romano que recibe esta denominación debido a que en su momento se pensó que era un arco triunfal.​ El arco ha sido conocido tradicionalmente en la ciudad como «de Trajano», sin ningún fundamento que lo relacione con ese emperador.


La Santa Iglesia Concatedral Metropolitana de Santa María la Mayor es un templo católico de Mérida que se levanta en pleno corazón histórico de la capital extremeña. Junto a la Catedral de Badajoz, es sede de la archidiócesis de Mérida-Badajoz.

El actual templo concatedralicio se levanta, según las investigaciones de importantes arqueólogos e historiadores, sobre la que fuera Catedral de Santa Jerusalén, sede del arzobispado visigodo de Emérita.

Con la invasión árabe de la ciudad, la comunidad cristiana de Mérida se ve obligada a abandonar la población llevándose consigo las reliquias de la iglesia emeritense, entre las que se encontraban las de la mártir Eulalia. La irrupción de las tropas árabes en la ciudad traerá consigo la pérdida, en un principio provisional, de la sede metropolitana de Mérida. 


El escultor Rufino Mesa utiliza este nombre emblemático entre los emeritenses para denominar su grupo escultórico. Las Siete Sillas ha sido, durante siglos, el nombre con el que los emeritenses han identificado los restos visibles del Teatro romano antes de su excavación en 1910. El escultor recoge ese testigo y traslada a sus monolitos de granito, en los que reposan libros de bronce, ese deseo de conocer y de saber que a principios del siglo XX llevó a la ciudad a descubrir qué escondían aquellas Siete Sillas.


El puente romano de la ciudad de Mérida es una obra de ingeniería civil que atraviesa el río Guadiana. Construido por el Imperio Romano a finales del siglo I a. C., la obra se elevaba en la antigüedad sobre el río a lo largo de dos tramos separados por un tajamar. Hoy en día, el puente tiene una longitud de 790 m y descansa sobre sesenta arcos, de los cuales tres permanecieron ocultos hasta finales de los años 1990, cuando las obras de regeneración de los márgenes del río los dejaron al descubierto.


La Alcazaba árabe de Mérida es la más antigua fortificación musulmana de la península ibérica, construida en el siglo IX en la ciudad de Mérida junto al célebre puente romano sobre el río Guadiana. 

Construida por Abderramán II en el año 835 d. C. como bastión para controlar la ciudad, que desde el año 805 se había rebelado continuamente contra el dominio emiral. Ello la convierte en la fortificación musulmana más antigua que se conserva en la península ibérica. La fortificación consiste en un recinto cuadrado de 130 metros de lado capaz de albergar un buen número de tropas. En su interior hay un aljibe, que es una cisterna subterránea de agua filtrada desde el cercano río Guadiana a la que se accede por una doble escalera desde el piso bajo de una torre. Dentro destacan las pilastras reaprovechadas de algún edificio visigodo cuya decoración, en relieve, consta de columnas en sus laterales y motivos vegetales que forman círculos alrededor de racimos y palmetas en sus frentes.

Gracias a su ubicación estratégica, el recinto de la alcazaba ha sido catalizador de cuantos períodos históricos ha tenido la ciudad de Mérida. En la alcazaba se conservan restos de una doble calzada, el decumanus maximus de la urbe, y los cimientos de la puerta romana que separaba la ciudad del puente. También se han hallado vestigios de la muralla fundacional de Augusta Emérita (del siglo I a. C.) y restos de viviendas extramuros. Entre la muralla romana y la calzada paralela a ella se hallan restos de pequeñas dependencias, tal vez tabernas romanas. Entre las dos calzadas están los cimientos de una casa fechada en el siglo IV, con peristilo (patio porticado), termas y pavimento de mosaicos y placas de mármol.


El denominado Templo de Diana es un templo romano construido en el siglo I d. C. en la ciudad de Augusta Emérita, capital de la provincia romana de Lusitania. Se levantó en el foro municipal de la ciudad romana siguiendo la configuración habitual de los templos de la antigüedad clásica y es el único edificio religioso romano que ha perdurado en Mérida en un aceptable estado de conservación. En realidad estaba dedicado al culto imperial, no a la diosa Diana, y debió ser uno de los templos principales de la urbe, a juzgar por su dedicación y por el lugar preeminente que ocupaba en el espacio urbano.


Se trata de la esquina de un pórtico monumental que formaba parte del grandioso programa propagandístico del antiguo Foro Municipal de Augusta Emérita.

Estuvo íntegramente revestido de mármol, como se aprecia en algunas zonas. Gira en torno a una plaza rodeada por un canal. Los entablamentos están sostenidos por grandes columnas corintias. Sobre ellas descansa un ático con metopas en las que se alternan medallones con cabezas de Júpiter-Amón, Medusa y cariátides portando cráteras.

Los muros de cierre presentan grandes hornacinas en las que iban dispuestas tanto estatuas de la familia imperial como de dioses y mitos ligados a la historia de Roma y a la familia de Augusto.

Éste pórtico fue erigido hacia mediados del siglo I a imagen y semejanza del Foro de Augusto en Roma.


En el solar que antaño ocupara hasta el año 2002 un secadero de jamones aparecieron restos de viviendas del siglo I ubicadas fuera de las murallas de la ciudad y, también, un conjunto termal cuya planta se conserva casi íntegra.

Así podemos contemplar los baños de agua caliente (caldaria), agua fría (frigidaria), templada (tepidaria) e, incluso, los vestuarios (apodyteria).

Estos últimos con sus suelos enlosados con lastras de mármol. Junto a esa estancia podemos ver un gran espacio abierto para realizar ejercicios gimnásticos (palestra). Ese espacio engloba en su centro una gran piscina (natatio). Estas termas parece que estuvieron en funcionamiento entre los siglos II y V d.C.


A la sombra de un bloque de viviendas contemporáneo encontramos un complejo de época romana al cual los científicos, desde su hallazgo en 1920, han asignado distintos usos: termas, baptisterio, sede de alguna religión mistérica, fábrica de vidrio e, incluso un complejo para el almacenaje y distribución de aguas.

Hoy todos los trabajos parecen apuntar a la existencia de un pozo para conservar la nieve en la cámara circular inferior, de época altoimperial, en tanto que las estancias del piso superior, del siglo III o IV d.C., pudieron tener un uso termal.

Lo cierto es que, entre los siglos XVII y XIX, consta por diversas fuentes que estas estructuras sirvieron para albergar el pozo de nieve de Mérida.


El Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (MNAR) fue inaugurado el 19 de septiembre de 1986 en su emplazamiento actual, obra del arquitecto Rafael Moneo. Se trata de un centro investigador y difusor de la cultura romana donde, además de acoger los hallazgos arqueológicos de la antigua ciudad romana Augusta Emérita, se celebran congresos, coloquios, conferencias, cursos, exposiciones y otras muchas actividades de ámbito nacional e internacional. 


El anfiteatro de Mérida es un antiguo recinto para espectáculos de luchas de gladiadores que fue construido por el Imperio romano en la colonia de Augusta Emérita, a finales del siglo I a. C.. Su construcción se planificó junto a la del adyacente y famoso teatro romano, con el que conformaba la gran área pública de espectáculos de la capital de la Lusitania. Fue abandonado hacia el siglo IV d. C. y hasta principios del siglo XX permaneció parcialmente enterrado. 

La construcción del anfiteatro se planificó junto con la del teatro y se levantó muy poco después. Según se deduce de las inscripciones halladas en su interior, fue inaugurado en el año 8 a. C.

Tras su abandono, ligado a la oficialización del cristianismo en el siglo IV d. C., parte de su estructura se fue ocultando bajo tierra y la que quedó descubierta, sobre todo la summa cavea, sirvió como cantera de extracción de materiales para otras obras.​ Desde el siglo XVI algunos autores llamaron al edificio naumaquia con la creencia errónea de que era el lugar de celebración de simulacros de batallas navales, para lo que se basaban en la profundidad de su foso central y la proximidad de algunos tramos de acueducto. Las excavaciones a partir de 1919 subsanaron el error y le devolvieron su verdadera identidad.


La construcción del teatro emeritense se proyectó junto con la del adyacente anfiteatro en el momento de fundación de la ciudad romana. Varias lápidas inscritas indican que el cónsul Marco Vipsanio Agripa, patronus coloniae, fue el patrocinador de la obra y que ésta se inauguró entre los años 16 y 15 a. C.​ Estos edificios de espectáculos no podían faltar en una colonia romana, creada además con magnificencia para servir de instrumento de romanización. En efecto, la construcción de teatros en la Antigua Roma respondía más a intereses políticos que a los gustos del pueblo romano, que prefería acudir al circo a ver carreras de carros y al anfiteatro para ver combates entre gladiadores y animales.​ Desde el teatro la autoridad realizaba una eficiente propaganda de ella misma y del modo de vida romano, tanto a través de la majestuosidad del edificio y su decoración como de los mensajes que desde su escenario se podían transmitir.

Debido en gran medida a la implantación oficial del cristianismo en el siglo IV, religión que consideraba inmorales las representaciones teatrales, el edificio dejó de utilizarse y fue abandonado. Con el paso del tiempo algunas de sus partes se derrumbaron y otras se cegaron con tierra. Durante siglos únicamente fue visible la parte superior de su graderío con las bóvedas de los vomitorios hundidos, por lo que los habitantes de la ciudad creyeron ver siete grandes asientos, «Las siete sillas», donde según la leyenda se sentaban otros tantos reyes moros para deliberar sobre el destino de la ciudad.


Se conoce con el nombre de Casa del Mitreo por su proximidad con los restos de un posible templo dedicado a Mitra, aparecidos en el solar ocupado por la plaza de toros. La casa, situada extramuros de la ciudad romana, se construyó a finales del s. I ó comienzos del s. II. Algunas de sus estructuras y decoraciones son de fechas posteriores dadas las remodelaciones que su uso, a lo largo de varios siglos, hizo necesarias. Sus dependencias se distribuyen en torno a tres patios que articulan la vida de la casa y le proporcionan luz y ventilación. Está pavimentada con uno de los mosaicos más interesante aparecido en la ciudad: el Mosaico Cosmológico. En él se personifica la concepción del mundo y de las fuerzas de la naturaleza que lo gobiernan, junto con alguna actividad humana.

En el recinto pueden apreciarse varias edificaciones que albergaban en su interior los restos, incinerados y depositados en urnas, de al menos dos familias. De ellas conocemos sus nombres, origen y condición social gracias a los epígrafes conservados en ambos edificios: los Voconios y los Julios. El mausoleo de mayores dimensiones, de planta trapezoidal, pertenece a los Julios y el de menor tamaño, con planta cuadrada, a los Voconios. Fueron construidos en el s. I d. C. Estos edificios, comenzados a excavar en 1927, se han conocido desde entonces como Los Columbarios.