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Hacía muchísimo tiempo que no teníamos
una jornada de escalada deportiva; hoy ha
sido el día.
Iván, Pablo, Yuma y yo nos hemos acercado
hasta Onil para, a las afueras de esta
población, enfrentarnos a las paredes del
Reconco.
Una zona archiconocida por nosotros y que,
en este soleado domingo de febrero, nos
suponíamos estaría llena de escaladores
domingueros como nosotros. Así ha sido.
Pero esto no ha sido un obstáculo para pasar
momentos emocionantes y divertidos.
No nos hemos pegado el madrugón. Hemos
llegado a la zona de aparcamiento a eso de las
10:00 después de haber desayunado en la E.S.
de Castalla con mucha tranquilidad.
Tomamos la senda que sube, en una ascensión
bastante tocahuevos, hasta las paredes.
Al principio, próximo a un campo de almendros,
encontramos unas tiendas de campaña con unos
chavales que se estaban haciendo una fogata.
Imaginamos que pueden tener problemas ya que
lo que están haciendo no está permitido, y es
muy peligroso...
Esto es algo que se comenta en las paredes con
el resto de escaladores, que están bastante
indignados.
De momento, nosotros a lo nuestro...
disfrutar de una mañana soleada y
luminosa, aunque algo fresca, y de
estas magníficas paredes que estaban
gritando desde hace meses nuestros
nombres...
Tampoco es que hayamos hecho el
burro, que hacía mucho tiempo sin
practicar. Ha sido una primera toma
de contacto.
Vías de 4, 4+, 5 y 5+ han sido las
elegidas... y con ellas hemos pasado
un domingo muy, muy, agradable.
Al final de la jornada los escaladores que estábamos
hemos visto como subía un grupo numeroso de
chavales a practicar ascensos; no eran otros que los
campistas, un grupo de extranjeros. Se les ha dicho
que no estaba permitido lo que hacían pero ellos no
han hecho demasiado caso.
Cuando hemos finalizado, hemos recogido los bártulos
y, ya en dirección al coche, nos hemos tropezado con
la policía que andaba detrás de los campistas.
Un rato de charla con ellos y... al auto para regresar
a Alicante.
Valoración: 2**
Recomendable: Sí, por supuesto... y mucho más cuando
hacía tanto que no disfutábamos de unas buenas
paredes.