Después de aproximádamente 4 horas de viaje y haber

pasado por la provincia de Valencia y Castellón, llegamos

a la de Teruel, más concretamente a la población de

Bronchales. Hasta ese momento, esta última provincia

nos muestra un paisaje seco, árido y rojizo que se rompe

al llegar a nuestro destino, mostrando una frondosidad

especial. Nos dirigimos al camping, pagamos la cuota

correspondiente a los vehículos, las personas, las tiendas

y los animales... y elegimos una zona apartada del

gentío (que es bastante por la época que es) y sobre todo

de la 'niñería' que es algo que no nos atrae en absoluto.

Comenzamos el montaje de las tiendas y, una vez

terminado, organizamos el momento de la comida.

Decidimos ir al pueblo, en el que hay mercadillo, a

comprar para hacer una barbacoa en las instalaciones.

Chuletillas, morcillas, longanizas, jamón y queso son

los componentes de esta primera comida, regado todo

por fresca cerveza. Volvemos a las tiendas y... es hora

de relajarnos, dormir siesta y disfrutar de la paz del

lugar elegido.

Tiempo de relax y muchas risas.

Llega la hora de la cena y... más de lo mismo,

unos filetes de panceta, longanizas, jamón y queso

son los ingredientes de los bocatas.

Cae la noche y esperamos poder ver la anunciada

lluvia de estrellas. No ha sido tanto como

esperábamos, aunque el cielo estaba a reventar,

cuajado de astros.

El domingo ha amanecido radiante. Nosotros no

hemos magrugado demasiado.

Mientras Iván y yo (ha sido el único que se ha

animado a realizar la ruta que tenía pensada) nos

hemos ido de sendero, los demás se han quedado

perreando en el camping.

Hemos llegado sin mucha dificultad hasta el

vértice geodésico 'Sierra Alta', 1.852 m.s.n.m. con

unas vistas alucinantes de la Sierra de Albarracín

y de los Montes Universales.